jueves, 25 de febrero de 2010

INEXTRICABLES

Alguna vez alguien tendrá que entrar a fondo en esa proteica disciplina que es la sociología deportiva, estoy seguro que cuando llegue al capítulo dedicado al baloncesto tendrá mucho material para analizar.

Por lo pronto, se me representa como fértil iter scientia, la interactuación de los americanos con la sociedad española, de los tiempos de la inocencia tardofranquista, en que un negro rasurado de 2 metros y 130 kilos era la quintaesencia del terror cotidiano, a la actual convivencia pacífica con ese extraño elemento, en el marco de la cultura en la Aldea Global.

Y como fuente de hilarantes conclusiones las celebérrimas anécdotas, que tan a menudo trocan de protagonista con la misma facilidad que una veleta de sentido; todos oímos hablar del americano que condujo del aeropuerto a su ciudad en primera- parece ser que fue Leonard Mitchell en Collado Villalba- o de aquel otro que amontonaba basura en el fregadero a la espera que empezara a triturarse, por no hablar del que confundió a los nazarenos de la Semana Santa andaluza con activistas del Klu Klux Klan.

Pero acaso la situación más característica se dio cuando una estrella de la liga profesional norteamericana, esperada en el Aeropuerto del Prat, instantes antes de tomar el vuelo desde el LAX, decidió quedarse en tierra, siguiendo la palabra de Dios, que, aprovechando la proximidad, le había advertido.

Lo que en su momento sonó como la más abracadabrante de las excusas, quizás a la luz de lo que aquí vamos a narrar resulte menos duro de trasegar.
-----------------------------------------------------------------------------------

Corría el verano de 1985, y José Luis Núñez, presidente del FC Barcelona, dispuesto a contar con una sección de basket que acabara con el dominio histórico del Real Madrid, había prometido a su entrenador, Aíto García Reneses, que tendría el dinero para hacer una gran plantilla.

El primer paso, antes de la llegada de Andrés Jiménez al año siguiente, consistía en obtener los servicios de un center puro que inhibiera la capacidad intimidatoria de Fernando Romay, que Aíto consideraba fundamental para el eterno rival, y para ello a mediados de julio, se anunciaba a bombo y platillo en la prensa catalana el acuerdo verbal con Warren Legarie, representante del pívot americano de origen holandés, SWEN NATER, un 2,12 que con 35 años acababa de ser el máximo reboteador de la pallacanestro en las filas del Australian Udine, tras una larga carrera en los pross, tanto en la ABA como en la NBA.

Pocos días después, por la Ciudad Condal empiezan a surgir rumores que anuncian un posible intento por parte de Nater de echarse atrás en el compromiso, por tener una oferta de Clippers para continuar su carrera en la NBA, lo que para muchos era una estratagema para subir las cifras del acuerdo, ya de por sí bastante elevadas (150.000 dólares de la época, unos 25 millones de pesetas); rápidamente el entrenador madrileño sale al paso, revelando que en su reciente viaje a los USA habló con el propio jugador, que le confirmó que hacia el 10 de agosto estaría en Barcelona, poniéndose a tono, entre tanto, en las ligas de verano.

De hecho, el Barça configura su plantilla sobre esa base fundacional, y se ficha a Mark Smith, otra estrella de la liga italiana, un 3-4, como segundo americano, dando por hecho que Nater vestirá de blaugrana.

Sin embargo, el pívot de Den Helder nunca pisaría suelo catalán, y a inicios de agosto se confirmó la defección, aduciendo Legarie el consejo divino, la verdad revelada in extremis, como guía de la decisión de su cliente. El Barça se quedó con un palmo de narices - ficharon al siete pies guaperas canadiense Gregg Wiltjer, a años luz de Nater, como recambio de urgencia- y el acontecimiento quedo incorporado al rico acervo de anécdotas de americanos, pues nadie creía en la peculiar explicación dada por el representante del jugador.

Mas, analizando en profundidad la biografía del pívot holandés, es posible que ese juicio sumario pudiera ser objeto de matización, hacia una probable credibilidad.
------------------------------------------------------------------------------------
Cuando Nater toma la decisión de no viajar a Barcelona, ya es un hombre acogido por la fe cristiana, frecuente lector de la Biblia, que conoce como la palma de su mano.

Para hallar las razones de sus firmes creencias religiosas, hay que remontarse al año 1978........

CONTINUARÁ